Ven.
Apóyate en mi pecho,
refúgiate en él,
deja que mi abrazo te proteja
de la suave brisa helada de medianoche
que nos envuelve
y nos atrapa.
Deja que mis brazos te rodeen
y creen un mundo en que,
solos, tu y yo,
al calor del fuego que nos devora,
nos volvamos a descubrir.
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