jueves, marzo 30, 2006

Molinos, otra vez.













¿He gastado demasiado tiempo persiguiendo molinos de viento?
¿Rescatando doncellas de clausuradas altas torres de castillos?
¿Buscando griales sagrados del hijo de Dios?
¿Escalando por cabellos dorados?
Los mendrugos dejados en el camino
ya no marcan la senda correcta;
ya no soy príncipe azul de nadie
y como dragón,
el propio San Jorge me despreciaría.
La mesa redonda luce más vacía que nunca:
he gastado demasiado tiempo persiguiendo molinos de viento.

martes, marzo 14, 2006

Excribir



















Voy a excribir un verso en tu espalda,
que inmortalice tus hendiduras,
o las ventanas de tu alma.
Lo dexcribire con los verbos
nacidos de tu figura
que te hacen volar
o levitar
sobre los pisos que tus pies caminan.
Así,
habrá tantas cosas para decir
o hacer
que no cabremos en nosotros.
Dejaré marcas de tinta sobre tu piel,
como las huellas que tú dejaste en la mía.
Será, al fin,
un mapa que otro recorrerá,
porque yo en ti me he perdido,
y mientras me encuentre vivo
y tenga algo que excribir en ti,
me rehuzaré a encontrar la salida.

domingo, marzo 12, 2006

Epitafio

Como todas las buenas ideas que se encuentran en el aire, ésta salió de una o varias noches de alcohol y música. Nos juntábamos una o dos a la semana, a escuchar algo de jazz, que no conocíamos en demasía y, de paso, hacíamos el esfuerzo de conocerlo, de aprender, de compartir lo que cada uno "sabía" del músico o la música. Entonces, alguien dijo, pensó, imaginó o bromeó con la idea de hacer una revista y, más encima, una revista de jazz. Jorge tomó las riendas del asunto y comenzó a conversar aquí y allá, con conocidos y desconocidos, famosos y no tanto, entendidos y de los otros.
Una vez armado el equipo, empezamos las reuniones. Se lanzaron ideas, se recogieron algunas y comenzamos a trabajar.
Lo primero fue subir la pagina web. El nombre ya estaba: Jorge le había dado vuelta tras vuelta hasta llegar a lo que sería nuestra marca por un período de casi dos años: Eramos Jazz Urbano.
Mientras Germán y Fabiola diseñaban y hacían pruebas que nosotros aceptábamos, corregíamos o aumentabamos, los shows en vivo comenzaron a llenar nuestra agenda, robándonos incontables horas de sueño.
En octubre se subió la página. Nuestro orgulloso primer hijo ya existía, aunque solo virtualmente. El segundo paso era más difícil: el papel era un terreno que ninguno conocía a cabalidad.
Las semanas antes del lanzamiento fueron una locura. Sin dormir, sin la mente clara, poco a poco fuimos armando el esqueleto primero, y luego agregando cada una de lo que serían las columnas estables. La revista tenía forma y cuerpo. Solo había que lanzarla.
Fue el primero de noviembre. En Starbucks de Vitacura, juntamos unas cien personas, entre invitados, músicos locales y gente que pasaba por ahí. Fue una noche especial. Además, Ed Motta se dejó caer, compartió y tocó con algunos de los músicos. Todo marchaba sobre ruedas.


(Staff de Jazz Urbano la noche del lanzamiento. De Izquierda a derecha de arriba a abajo: Cristián, quien escribe, Pablo, Diego, Germán, Fabiola, Jorge y Mauricio)








El primer número era bueno, pero tenía fallas. Y muchas. El segundo tenía que ser mejor. Mucho mejor.
Nos reunimos con Ángel Parra Trío y conversamos latamente con ellos. Nuestros columnistas estables nos enviaban la información a tiempo. Era un material buenísimo: Íñigo, Miguel, Álvaro, Santiago, Miguel Ángel, Cristián, Roberto: todos de lujo.
La cosa fue tomando forma, otra vez. Projazz nos tendió una mano y se transformó en un socio importantísimo para lo que sería el proyecto. Gracias a ellos, también.
Mientras, los shows se sucedían una tras otro. Hicimos del Thelonious casi nuestro segundo hogar. Gracias Erwin por recibirnos con los abrazos abiertos. Gracias al Club de Jazz, por supuesto, y en especial a Omar y a Pedro. Gracias a la gente de El perseguidor y a la gente del Mesón Nerudiano: Cultrera, Espinoza y a todos los demás. Gracias Jorge por tu ánimo y apoyo incondicional y a Luis Vera, inolvidable leyendo a Neruda.
Por su parte, preparábamos el spot publicitario que luego saldría en ARTV. Diego fue fundamental en eso. A la vez, la gente nos decía que nos había escuchado en la radio Duna. Todo marchaba sobre ruedas, todo parecía funcionar. El futuro, la posibilidad era más que eso. O al menos eso parecía. El espiral asecndente funcionaba y daba para creer.


(Jazz urbano + amigos, preparando el spot televisivo.De izquierda a derecha: quien escribe, Mario, Jorge, Mauricio y Diego)






Luego llegó el verano y comenzaron los festivales. Honestamente, fuimos a los que pudimos, no a los que quisimos. Imagino que eso es mas o menos obvio. Estuvo Providencia, Ñuñoa, UC y Cachagua. La de gente que conocimos. De fondo, mientras escribo, veo una pila de entrevistas, algunas publicadas, otras que se quedaron en el tintero, otras nunca transcritas.
Nuestro nombre era reconocido y bienvenido donde fuera que llegaramos.
Sin embargo, la inversión proporcional se instaló en nuestros estudios.
Mientras más trabajo teníamos más costaba encontrar los fondos para salir a la calle.
En marzo salio nuestro tercer número. aún no sé cuantas veces Fabiola tuvo que cambiar el diseño. En él resumimos lo que fue ese verano. Mucha foto, muchos amigos nuevos, mucha ebullición.

(Jazz urbano en El Perseguidor, presenciando un show en vivo)










Sin embargo, el espiral descendente ya estaba entre nosotros. No recuerdo cuantas veces tuvimos listo el cuarto número; el que sería la consagración. Hicimos una entrevista genial a Fernando Villegas. Seguíamos lleno de ideas y sentíamos que mejorábamos a cada nuevo paso, con cada nueva nota dada por las noches. Solo faltaban los fondos... y estos nunca llegaron. Pasó abril, mayo, junio y nos seguíamos mirando, preguntándonos que hacer. Algunas ideas seguían en el aire. Renovamos el look del sitio como último esfuerzo. Algunos miembros nuevos llegaron al staff que ya había perdido gente. Ian y Daniela, gracias también por la energía, la pasión y el esfuerzo puesto en nuestra revista.
Porque pese a todo, eso fue nuestro proyecto: nuestra revista. Algunas decenas de páginas que hicimos lo mejor posible, corriendo el riesgo de equivocarnos, pero con la sensación de estar haciendo algo y, mejor aún, algo nuevo. Hubo cosas malas pero nos vamos con la confianza de las cosas buenas que nos llenaron y conocimos. Demás está decir que se me deben haber olvidado un montón de historias y anécdotas, pero esas nos las vamos a dejar para nosotros, porque pase lo que pase, nosotros seguimos siendo amigos.
Al igual que como debe pasar con las buenas ideas.
Además, quién sabe, en una de esas, volvemos.
Gracias a todos.