viernes, septiembre 30, 2005

Home
















Aún no he encontrado un lugar que pueda llamar hogar.
Aún no he encontrado un lugar donde pueda cubrirme con tu cuerpo,
un lugar donde pueda guarecerme de la lluvia,
donde podamos abrazarnos y burlarnos del mundo exterior.

Aún no he encontrado un lugar en el que pueda dejar mis revistas,
donde podamos escuhar mi colección de discos y
disfrutar de los libros que leeré para ti.

Un lugar donde podamos cocinar,
donde los dos nos sonriamos al encontrarnos,
como si momentaneamente nos hubieramos ido,
pero sabiendo que estamos allí.

Aún no he podido encontrar un lugar que me saque del exilio,
un lugar donde nos podamos amar.

domingo, septiembre 25, 2005

Esta es la última vez que siento cosas dulces














Esta es la última vez que siento cosas dulces.
Lo he decidido, por unanimidad.
No volveré a probar tus galletas,
ni a sentir el olor de las flores.
No comeré más tus deliciosos postres,
ni disfrutaré la brisa tibia que choca contra mi cara.
No caminaré por las playas descalzo,
ni jugaré con tu pelo entre mis manos.
No volveré a disfrutar de las conversaciones con mis amigos,
te juro, no lo volveré a hacer,
porque mientras te tenga a ti,
no necesito nada más en mi vida.

jueves, septiembre 22, 2005

Blanco
















Cuando todo el humo se haya ido,
cuando no me queden sino las cenizas,
los restos del naufragio,
cuando la niebla se disipe
y tu figura se desvanezca en ella;
solo quedará tu luz:
fantasma que irradia
un blanco que ciega mis ojos,
un blanco que siega mis ojos.
Allí fundaré nuevos cimientos,
fundaré nuevas ciudades,
y descansaré hasta que me vuelvas a despertar,
y descansaré hasta que me vuelvas a desesperar.

lunes, septiembre 19, 2005

Feliz Primavera


Ya llegó. ¡Por fin!
¡Feliz Primavera a todos!
(fotografía de J. P. Orrego)

martes, septiembre 13, 2005

Te llevaré donde el silencio se transforme en nuestra música















Cuando llegue la mañana,
¿cuál será la música que escucharemos?
¿La música de nuestros cuerpos,
los sonidos de tu alma,
los besos que nos quedaron por dar..?

Por un instante,
llenaré el ambiente de sonidos mundanos
y luego,
te llevaré donde el silencio se transforme en nuestra música,
para que nos quedemos allí,
por siempre.

miércoles, septiembre 07, 2005

Tu luz

La luz de tu cuerpo me ciega.
En mi ceguera, comienzo a recorrerlo con el tacto que rueda en la punta de la llema de mis dedos.
Tu boca sobre mi boca sobre tu boca sobre mi boca sobre tu boca sobre mi boca sobre tu boca sobre mi boca sobre tu boca.
Me consume.
Te recorro y te recurro mientras nos desnudamos, nos mezclamos.
El deseo consume mis movimientos, los reduce a cenizas.
Paseo por tu cuerpo como un extraño, que aprecia cada lugar, cada recoveco, cada pliegue, cada curva.
La línea de tu espalda me enseña la ruta.
La camino con ansia, devorado por la pasión.
Tu cuerpo sobre mi cuerpo sobre tu cuerpo sobre mi cuerpo sobre tu cuerpo sobre mi cuerpo sobre tu cuerpo.
Aquí, desde donde tu pecho parece colinas inmensas, me multiplico.
Me vacío en ti, en cuerpo y alma, con fuerza equivalente a eones.
La piel más suave.
Tu ombligo es el centro de mi universo.
La entropía en él me arrastra a mares insospechados, selvas inhabitadas, inescrutadas. Inhabitables.
Una y otra vez te escalo.
El vaivén, el ritmo, el ritmo, el ritmo.
El bronce de tu cuerpo me refleja, me contemplo en él, maravillado por las formas que te constituyen.
Te deseo, te deseo, te deseo.
El ritmo, tu cuerpo, mi cuerpo.
Develo tu rincón más oscuro, y de él emerge un fuego abrazador.
Antes de volver a mi sito, te veo sonreir y perder la mirada.
Luego, me entrego al sueño sabiendo que mañana seré tuyo, otra vez.


(fotografía de R. Mapplethorpe)

jueves, septiembre 01, 2005

Pertenecer











Ella colapsa cada domingo por la mañana.
Al despertar, camina hacia la cocina y comienza a preparar el café, mientras corren a su cabeza las imágenes de desolación que no le permiten avanzar.
La soledad, el vacío, el no pertenecer con nadie; no a nadie.
El calor del tazón es su único compañero y siente que solo le queda darse por vencida.
Su cuerpo pareciera desbaratarse, desmoronarse, mientras su alma está perdida en algún lugar que no recuerda.
Ella colapsa cada domingo en la mañana y pareciera no tener esperanzas.
- ¿Dónde estás, dónde estás? -se pregunta y la respuesta queda suspendida en el vacío.
Afuera, la luz de la mañana comienza a cubrir cada rincón de la casa.
-¿Cuántas veces más, cuántas veces más?
Las cosas caen por su propio peso y la amargura brota de la misma forma en que las plantas se abren para recibir la mañana.
El dolor se clava en el centro de su cuerpo y pareciera inmovilisarla. Pero no. Nunca es suficiente, no alcanza para detenerte por completo y es demasiado como para seguir sin notarlo.
- ¿Dónde estás, dónde estás? -se pregunta, mientras el dolor aumenta y hace que el tazón resbale de su mano, quebrándose en pedazos y manchando el suelo.
Es la última vez. La última oportunidad. Ya no quiere más juegos, ya no quiere más buscar.
Ella colapsa cada domingo en la mañana.