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¿Cómo va a suceder todo? ¿Qué es lo que va a pasar ahora?
Tomarás el teléfono y llamarás para decirme que todo ha pasado ya, que me perdonas, que entiendes que cometo los mismos errores de diferentes maneras, que no tengo caso, pero que ya eso no te importa. Que me extrañas y me amas y que prefieres estar conmigo que sin mí. Que me tomas de vuelta, que me perdonas, que me extrañas.
O llamarás para decirme que nos juntemos a conversar. Que nos juntemos en tu casa o en mi casa o en otra parte y no sabremos como saludarnos, te daré un abrazo, y el calor tibio de tu cuerpo hará que, por fin, comprenda todos mis errores y me entregue a ti como siempre debería haberlo hecho, sin muros, sin trabas, con las manos sin atar. Y te diré lo siento, y me dirás está bien, empecemos de nuevo, restemos lo malo, rescatemos lo bueno, inventemos lo nuevo, volvamos a mirar hacia adelante, a sonreír, a disfrutarnos, a ser felices.
O pasará el tiempo y el teléfono no volverá a sonar nunca más para mí y quedaré a la deriva, náufrago en un bajel lleno de miserias, vacío de esperanzas, en busca de una ruta nueva que una dos mundos, en espera de que el vigía grite tierra o que la nueva tormenta nos azote con furia sin igual y destroce el navío, otrora poderoso; hoy, tibia mueca de épocas más gloriosas, de batallas ganadas, de guerras victoriosas.
Dime entonces, ¿Qué será lo que va a pasar ahora?